viernes, 17 de abril de 2009

Pero qué torpeza...

Finalmente podía asistir a la fiesta yóguica que se hacía en La Plata a beneficio de la fundación. Llegaba temprano a la mañana y me ofrecía para ayudar sacando las fotocopias de los menúes que iban a servirse al medio día, para repartirlas en las mesas.
Estuve dedicada a eso toda la mañana, hasta que me dí cuenta de que no había abierto la tapa de atrás de la fotocopiadora, por la que deberían salir las copias nuevas.
Todas... pero todas las hojas que había usado, estaban arrugadas y rotas!
La gente ya se había empezado a acomodar para almorzar...

Cuánto amor!

Abrazaba fuerte fuerte fuerte un sifón contra mi pecho!

viernes, 3 de abril de 2009

Poder Creativo

Shakti había hecho con sus propias manos unos muñequitos de alambre de colores. Mas tarde mirábamos por la ventana cómo sus creaciones habían cobrado vida y, gigantes, caminaban por la puerta de la Facultad de Medicina.

viernes, 27 de marzo de 2009

La plata

En la estación de Merlo, compraba una ficha para viajar en tren a Ciudadela y, como no tenía cambio, el cajero terminó dándome todo el vuelto en fichas para próximos viajes.
Le expliqué de buena y de mala manera que necesitaba la plata, que las fichas no me servían porque no viajaba mucho en tren, pero de todos modos terminé con una cantidad enorme de cospeles en mis manos... así que me puse delante de los molinetes intentando venderles fichas a los pasajeros que se acercaban a la estación, mientras perdía trenes y trenes tratando de recuperar mi dinero.

jueves, 26 de marzo de 2009

Falta de atención

Estaba tomando sol con Mati en el patio de un P.H. Como si siempre tomara sol de esa forma, no tenía puesto el corpiño.
Se me ocurrió ir a comprar algo al kiosco y, cuando estaba en la cola esperando a que me atiendan, sentí que me picaba la espalda así que levanté un brazo por encima de la cabeza y lo flexioné para rascar la zona del omóplato derecho.
¿Pueden creer que recién ahí me dí cuenta de que había salido a comprar en tetas?

domingo, 22 de marzo de 2009

Amasar

Vivíamos en una ciudad chica del interior del país y la mamá de Mati nos llevaba a ambos hasta el supermercado en su ciclomotor azul. A mí me encantaba, y en mi cabeza estaba claramente definido el plan perfecto: iba a comprar harina para amasar fideos.

viernes, 20 de marzo de 2009

Explotación

Tu compañero de toda la vida anunciaba que tenías algo para decirnos. Espontáneamente pensé que estabas embarazada pero enseguida me di cuenta de que tu edad ya no lo permitiría...
Apenas cruzaste la puerta, la tristeza y la confusión inundaron mi corazón por completo. Antes de que lo verbalizaras ya todos podíamos darnos cuenta: el médico te había dicho que estabas anoréxica. Nos decías que era bueno saberlo porque ahora podías actuar de modo diferente con respecto a tu alimentación, pero yo sabía que era anorexia nerviosa.
Tu cuerpo estaba consumido, sobre las clavículas los huecos que se observaban eran oscuros... como si no hubiera músculos, sólo huesos. Tu piel se presentaba seca y arrugada, adherida a esa clara estructura ósea.
Y todos sabíamos el origen de tus nervios. Pues convivíamos en esa misma casa, trabajando duramente para el dueño... encargándonos no sólo de la limpieza de la vivienda, sino también del gran restaurante que podía verse desde la entrada.
Todos formábamos parte de esa realidad opresiva sin cuestionarnos nada, aceptándola como receptores pasivos de nuestro destino con total resignación.
Tuvimos que llegar a ver tu tremenda enfermedad para darnos cuenta, y revelarnos.
Apenas nos contaste empezamos a gritar y a romperlo todo, tocamos el timbre para que él saliera y al verlo, con su aire dominante y abusivo, permitimos que por fin la furia brote por cada uno de nuestros poros como sangrando. La furia se manifestó rompiendo... gritando... golpeando...
Éramos la más hermosa personificación del odio y éramos justos, quizás por primera vez, con nosotros mismos.

domingo, 15 de marzo de 2009

Tatuajes

Si vos querías tatuarte una botellita de pepsi, ellos la dibujaban en una hoja y te la adherían a la piel con alfileres de gancho.
Todos estábamos convencidos de que quedaba bárbaro; y ya teníamos algunas frases tatuadas en nuestros cuerpos. Eran rectangulitos de papel con frases escritas en lapiz negro, eso sí... estaban plastificados para que no se borren!