viernes, 22 de febrero de 2008

Oriente



Hace mucho que admiro su cultura. Experimento estados de felicidad gracias a ponerme en contacto con esa sabiduría.
Y anoche… por fin… al cerrar mis ojos viajé a la India…
Me encontraba en el interior de un edificio ocre, sentía mucho… pero mucho calor.
Estaba en compañía de otras mujeres, todas profesoras o alumnas de yoga, mujeres que se encuentran recorriendo conmigo el mismo camino, de este lado del mundo.
Ese espacio tenía los techos altos, del mismo color que sus paredes y sus pisos. Las grandes dimensiones del ambiente generaban una acústica muy particular. Nuestras voces se oían como si estuviésemos rodeadas de montañas… y un sonido constante de agua cayendo era el acompañamiento de nuestras palabras.
Me encontraba en el último lugar de la fila que formábamos todas; una de ellas atraviesa la puerta más cercana a mi derecha y se acerca con un bebé en brazos, un bebé en una de esas cunas acrílicas transparentes que se encuentran en los servicios de maternidad de los hospitales. Me lo trae para que yo lo mime, acababa de encontrarlo allí.
Lo observo percibiendo dentro mío una clara sensación de alegría, y mi único comentario es que es un bebé muy grande, que ya esa cuna le está quedando chica.
De pronto me vuelvo y descubro que mi turno ha llegado. Justo antes de despertar atravieso una de las puertas y allí estoy: en un baño público de algún sitio de la India.
De modo que abro los ojos observando como la luz del sol ilumina tenuemente mi habitación.
He viajado al fin a esa tierra, aunque sea en mis sueños; al menos pude visitar uno de sus baños…

4 comentarios:

Mattt dijo...

¿Tanto viaje para visitar los baños públicos de la India? Tenés que soñar la segunda parte, quiero que nos cuentes del Taj Mahal. A dormir.

Shakti dijo...

Hice lo que pude... intentaremos una segunda parte, cuando despierte te cuento...

dreamer dijo...

...Bello...
para la segunda parte, un viaje en elefante!

Mattt dijo...

¡Eso, Dreamer, quiero viajar en elefante! ¡A soñar, Shakti!